CONSEJOS


PASEAR SIN TIRAR DE LA CORREA

Excelente viñeta que resume muy claramente como enseñar a cualquier perro a pasear sin tirar de la correa. 




PROCESO DE EXTINCIÓN DE UN MAL COMPORTAMIENTO FIJADO POR CONDICIONAMIENTO OPERANTE

Prácticamente todos los problemas de conducta en sus inicios tienen una fase de aprendizaje operante, el perro realiza una conducta determinada e inconscientemente o al menos sin pensar en las futuras consecuencias le premiamos. Pensemos por ejemplo en un cachorrito que al llegar la noche e irnos a la cama se pone a llorar y para que se calle le dejamos que duerma con nosotros en la cama. Él estaba llorando quizás simplemente para solicitar atención y nosotros le hemos premiado subiéndole a la cama, con lo que ya ha aprendido que para subir a la cama lo que hay que hacer es llorar.
Algunas semanas después, cuando el cachorro va creciendo, empezamos a dudar de si será bueno o no que duerma en la cama con nosotros, y mientras nosotros dudamos el cachorro está llorando pidiéndonos subir a la cama. Después de 5 minutos llorando le dejamos subir para que se calle. El cachorro ha aprendido que para subir a la cama lo que hay que hacer es llorar durante mucho rato hasta que al final lo consiga, por lo que le hemos enseñado que no debe dejar de llorar hasta que lo consiga.
Por otro lado, también es importante saber que hay dos formas de reforzar un comporta-miento, de forma continua o de forma alterna. Los comportamientos que son reforzados de forma continua son más fáciles de extinguir, es decir, si siempre que realizamos un determinado comportamiento obtenemos una respuesta (ya sea positiva o negativa) en el momento en que realicemos dicho comportamiento sin obtener la esperada respuesta rápidamente lo abandonaremos. Pensemos por ejemplo, en el acto de encender una luz pulsando un interruptor. Siempre que lo pulsamos se enciende la luz, pero si un día se funde la bombilla o hay cualquier otro problema y al pulsar el interruptor no se enciende la luz, rápidamente dejaríamos de pulsarlo y pensaríamos que existe algún problema, no seguiríamos pulsando el interruptor durante 5 minutos o más.
En cambio, los comportamientos que se han reforzado de forma alterna son más resistentes a la extinción. Pensemos ahora en que tenemos un coche viejo que para arrancarlo siempre hay que darle al arranque tres o cuatro veces. Cuando vamos a arrancarlo si a la primera no arranca volveríamos a intentarlo, y así una segunda, tercera, cuarta,….hasta que finalmente arranca. En este caso, el comportamiento (girar la llave) se ha reforzado de forma alterna y es mucho más resistente a la extinción (dejar de hacerlo).
Volvamos a pensar ahora en nuestro cachorrito que ya está creciendo y nos han comentado en el parque que no es bueno premiarle con dejarle subir a la cama cuando llora y nos hemos propuesto dejar de hacerlo. El cachorro empieza a llorar, y como previamente le hemos enseñado que debe llorar hasta que le permitamos subir a la cama, sigue llorando, y sigue, y sigue,…pero esta noche nos encontramos poseídos por el espíritu de Cesar Millán y no le dejamos subir. A la noche siguiente, como la noche anterior no hemos podido dormir y el espíritu de Cesar Millán ya nos ha abandonado le dejamos subir a la cama para que nos deje dormir. Ya mañana volveremos a ser firmes.
¿Qué estamos haciendo? Estamos fijando y premiando el comportamiento de llorar para subir a la cama de forma alterna, lo que lo hace mucho más resistente a su extinción. Esto es tan así que en algunos casos muy persistentes y que se ha fijado mucho por un refuerzo alterno (el propietario unas veces le deja subir y otras no) es conveniente pasar el comportamiento a un programa de refuerzo continuo antes de tratar de extinguirlo. Es decir, y volviendo a nuestro ejemplo, sería conveniente dejar subir al perro a la cama en cuanto empieza a llorar durante un tiempo antes de tratar de eliminar el comportamiento.

 


EL APEGO Y EL DESAPEGO EN LOS CACHORROS
    A todos nos llena de alegría la llegada de un cachorro al hogar. Lo ideal, y digo más, lo correcto es que hayamos pasado al menos unas semanas asesorándonos primero sobre qué tipo de perro se adaptará mejor a nuestras necesidades y características de vida y una vez elegido este, el cachorro concreto que nos va a acompañar en los próximos años. Es decir, hemos generado una expectativa que hace aumentar incluso más la alegría de la llegada del cachorro.



    Esto hace que acojamos al cachorro con todo nuestro cariño y que los primeros días le observemos hasta cuando duerme. Esto no es malo, es más, es importante para el cachorro sentirse querido y protegido, le ayuda a completar su desarrollo mental, pero no debemos excedernos.
    En condiciones naturales o cuando el cachorro permanece hasta más allá de los tres meses de edad con su madre esta desarrolla de manera natural un desapego con los cachorros. Cuando nacen la madre desarrolla un fuerte vínculo con sus cachorros lo cual se puede observar por el malestar que sienten en cuanto se separan un momento de ellos. Todos habremos observado a alguna hembra con cachorritos que casi no quieren ni salir a hacer sus necesidades y si lo hacen enseguida corren hacia la casa. Cuando los cachorros llegan a la octava semana de vida aproximadamente la madre empieza a “pasar de ellos” dicho muy vulgarmente, es decir, les ayuda a que ese apego que desde la tercera semana de vida han desarrollado los cachorros hacia ella ahora lo dirijan hacia el grupo social, el resto de cachorros o los nuevos propietarios, según permanezcan con los otros cachorros o sean ya adoptados. Como vemos, la madre desarrolla de manera natural un desapego de ella hacia los cachorros y a su vez de los cachorros sobre ella.
    En cualquier ámbito de la vida es importante combinar los estímulos positivos con los negativos, siendo la relación ideal de un 80% de positivos y un 20% de negativos. Todos estaremos de acuerdo en que uno de los problemas de la generación actual de nuestros jóvenes es que lo han tenido todo hasta ahora y en este momento de dificultades no saben afrontar las situaciones negativas. Para no caer en eso con nuestros cachorros es importante siempre que durante la educación de los cachorros les enseñemos a superar situaciones negativas, siempre de forma controlada y situaciones que puedan superar sin problemas. Nos estamos refiriendo a por ejemplo que busquen comidita entre cajas de cartón que se les pueden caer encima sin hacerles ningún daño, a jugar poniéndoles un coletero en una pata, o ejemplos similares.
    En el ámbito de la relación cotidiana con ellos es similar. Debemos enseñarles a quedarse solos desde el primer día. Al principio lo haremos en lugares controlados, donde por un lado ellos no puedan ocasionar ningún destrozo y por otro ellos no puedan sufrir ningún accidente. Podemos usar o bien la cocina o bien un parque de cachorros. Como elementos que no le pueden faltar al cachorro, debemos ponerle su cama, un cuenco con agua, juguetes interactivos y mordedores y un lugar apropiado para hacer sus necesidades lo más alejado posible de su cama. Como juguetes interactivos recomendamos encarecidamente un KONG que nos puede ser de mucha ayuda en el futuro y como mordedor lo ideal es un hueso de piel. No debemos dejarle como mordedor un objeto personal nuestro, como puede ser una zapatilla, ya que luego el cachorro lo generalizaría y podría coger cualquier objeto con nuestro olor. No es recomendable elegir como lugar de estancia una terraza, sobre todo si es un bajo, ya que aprendería a ladrar a todo el que pase simplemente por aburrimiento y no aprendería a relajarse en nuestra ausencia.
    Igualmente lo ideal es ir acostumbrándole progresivamente a quedarse solo. No es lo adecuado coger al cachorro, tirarnos dos o tres semanas con él sin despegarnos lo más mínimo y de pronto cuando tenemos que volver al trabajo bruscamente dejarle solo durante ocho o nueve horas. Lo ideal sería que durante las primeras semanas que este con nosotros vayamos haciendo salidas programadas, unas veces más cortas y otras veces más largas, e ir aumentando paulatinamente el tiempo que el cachorro se queda solo.
    Incluso en casa también debemos enseñarle a que esté tranquilo estando con nosotros pero sin necesidad de estar pegado a nosotros. Es más recomendable que cuando estemos en el salón viendo la tele el perro este en su cama a que este con nosotros en el sofá.
    En resumen, que tenemos que quererles, y cuanto más mejor pero también tenemos que educarles, y todo esto debe formar parte de su educación.

PERROS QUE SALEN DISPARADOS AL ABRIR LA PUERTA




            Con estos perros suelen haber fallado los métodos tradicionales a base de reprimendas y/o castigos, algunos de estos castigos pueden haber sido anormalmente rigurosos. Un cliente me comentó que le disparaba perdigones en la grupa repetidamente a su perro siempre que intentaba escaparse. Lógicamente le comenté que desaprobaba fuertemente estos métodos tan peligrosos. Otros métodos duros que a veces tienen éxito (generalmente de forma casual) implican cerrarle la puerta “en las narices” justo cuando el perro pretende escapar. Esto conlleva ciertos riesgos de daños físicos para el perro (si le pillamos en medio o le damos en el hocico) por lo que no son recomendables. Dependiendo del grado de tenacidad mostrada por el perro, cualquiera de los siguientes dos métodos pueden ser usados. Un prerrequisito para ambos es que el propietario tenga un buen control sobre el perro y que responda a ciertos órdenes sin correa, al menos la llamada, el sentado y la permanencia en la posición (quieto).
            Si nos encontramos ante un problema moderadamente severo y con un perro que se estimula fácilmente por los movimientos rápidos, el primer método requiere que el propietario, otros miembros de la familia y amigos sigan los siguientes pasos:
1-      Aproximarse a la puerta o salida (obviamente la puerta debe estar cerrada)
2-      Si la puerta se abre hacia dentro, abrirla bruscamente pero no más de unos 5 cm y bruscamente cerrarla. Si la puerta se abre hacia fuera no la deberemos abrir más de 2 cm y después cerrarla muy deprisa, ya que de lo contrario el perro empujará la puerta o se pellizcará el morro.
3-      Mientras la puerta este cerrada, el propietario debe alejarse bruscamente de la puerta al menos 3 metros y premiar al perro por seguirle, después de lo cual debe animar al perro para que permanezca su lado por lo menos 1 min. Si el perro permanece en la puerta repetiremos los pasos 1,2 y 3 hasta que el perro se retire de la puerta con el propietario.
4-      El paso 3 debe ser repetido hasta que el perro permanezca alejado de la puerta cuando el dueño se aproxime a ella y cuando la puerta se abra. Cuando esto ocurra, la puerta debe ser abierta unos 30 cm. Si el perro sale disparado, la volveremos a cerrar y repetiremos el paso 3 hasta que podamos abrir la puerta estos 30 cm sin que el perro salga disparado.
5-      El paso 4 es repetido hasta que la puerta pueda ser abierta con normalidad, permaneciendo el perro al menos a 3 metros de la misma. Cuando consigamos esto el propietario debe permanecer dentro de la casa, cerrar la puerta, volver con el perro y premiarle de forma tranquila. El propietario debe quedarse en casa al menos unos 30 min haciendo cualquier otra actividad antes de repetir el procedimiento.
6-      Cuando el perro permanezca alejado de la puerta en la aproximación inicial, entonces el propietario debe salir fuera, cerrar la puerta y quedarse fuera durante al menos 15 min después de lo cual debe volver con toda la tranquilidad del mundo.
Si aplicamos este método diariamente durante algunos días, la mayoría de los perros comienzan a ignorar las llegadas y salidas de sus propietarios. Los perros que son extremadamente tenaces en sus esfuerzos de salir disparados a través de la puerta por delante de sus propietarios suelen tener un largo historial de frustración detrás de una barrera, o están fuertemente motivados por fuertes estímulos al otro lado de la puerta.
Es importante tener la precaución de no usar el comando “QUIETO” para resolver un serio problema de un perro escapista. Puede parecer lógico simplemente decirle al perro “QUIETO”, y luego salir por la puerta. El problema con este método es que la gente generalmente olvida dar el comando o no se da cuenta de que el perro está observando escondido preparado para salir frenético. Si necesitamos un comando para frenar al perro todo está perdido. Por el contrario, conseguiremos un fuerte liderazgo a través de estos ejercicios sin la necesidad de usar ningún comando. Este condicionamiento es permanente y elimina la dificultad e inconsistencia de los comandos verbales.